La noche del día de la boda, dijo Tobías a Sara, su esposa: «Somos hijos de un pueblo santo y no podemos unirnos como lo hacen los que desconocen Dios.» Se levantaron, pues, y rezaban pidiendo a Dios que los guardara.
Decía Tobías: «Señor, Dios de nuestros padres, que te bendigan el cielo y la tierra, el mar, las fuentes y los ríos, con todas las criaturas que haga vivir en estos lugares. Vos habéis formar al hombre del barro de la tierra, y le diste una esposa para que le ayudara. Tú sabes que tomo por esposa a esta hermana mía, no para abusar de ella, sino para tener una descendencia que bendiga por siempre su nombre ».
Y Sara decía: «Misericordia, Señor, ten piedad de nosotros. Que llegamos ambos a la vejez con buena salud. »
Palabra de Dios.